
Esencial en el trabajo con niños, es un recurso privilegiado también en la intervención con adultos.
El juego es desde la infancia el espacio seguro donde ensayar y vivir las situaciones que habremos de enfrentar en la vida real, donde probar y aprender de una forma natural y placentera sin otro objetivo próximo que el del juego en sí mismo, pero que supone una experiencia perceptiva del mundo real.
Poder elaborar conflictos en un espacio de confianza permite “ensayar la vida con red de seguridad”, facilitando el desenvolvimiento en la vida real con una mayor sensación de control y autoeficacia.